"Buffett is my idol" es un homenaje personal al hombre de negocios, inversionista y filántropo más importante de nuestra era: Warren Buffet.
Monday, August 22, 2011
Irracionalidad financiera
Lo increíble de nuestros sistemas económicos es que un grupo de personas, cada vez más reducido y poderoso, tiene la capacidad de controlar los destinos de millones. Se trata de un sistema oligárquico, imperfecto, inoperante y condenado al fracaso. La naturaleza del mercado se ha desvirtuado por completo, las utilidades han desplazado a las personas, el valor tiene sustento en la especulación y no en el trabajo. ¿Quién pagará el precio de deshumanizar el mercado?
En algún momento, en alguna coyuntura económica, algún grupo de inversionistas decidió que el trabajo y el valor del trabajo no eran suficientes para capitalizar los mercados, que las inversiones tendrían que hacerse en función de ciertos riesgos y variables cada vez más complicadas, que los mercados debían regirse por la especulación. En ese punto los hombres no fueron más hombres, sino máquinas de consumo, las empresas no fueron entes sociales, sino entes deshumanizados. El trabajo dejó de ser el pilar fundamental de la actividad económica. El futuro y la percepción que de él tuvieran unos cuantos, se convirtió en lo importante.
Y esa dinámica nos ha traído hasta donde nos encontramos hoy. Con un modelo económico inoperante, e irracional. Con derivados e instrumentos financieros que permiten a las empresas ganar más dinero especulando que vendiendo sus productos o servicios, y con gobiernos que apuestan al gasto público desmedido como motor de crecimiento. Un mercado que desmotiva la producción tradicional, la generación natural de riqueza, y que motiva a los empresarios e inversionistas a convertirse en parte de esa dinámica destructiva.
El mundo paga hoy las consecuencias de ignorar su propia naturaleza. Las minorías que controlaron el mercado, la avaricia que permeó el ambiente y la búsqueda desmedida de utilidades han pasado una factura histórica. Hoy más que nunca la teoría prueba su razón y acierto: el trabajo no podrá deshumanizarse, el valor no puede determinarse en función de lo que ese trabajo representará sino de lo que realmente representa, y la rentabilidad es y siempre será el valor que los individuos perciben como recibido.
Apostar por las empresas y por la actividad económica bajo las “nuevas reglas” que el mercado -y no su naturaleza- dicten, es apostar también a la especulación y a la percepción de unos cuantos. Crear instrumentos que proyecten rentabilidad bajo ciertas premisas futuras, jugar a la “fiebre del oro” cada vez que hay algo nuevo y prometedor, son la sentencia humana que habrá de condenarnos al fracaso permanente.
El éxito de los individuos – dentro y fuera del sector financiero- no radica en el valor de su fortuna, sino en la constante prueba de que quién sigue la naturaleza del mercado, asume el efecto humano inherente a él, y promueve la creación de valor sustentada en el trabajo, vencerá hoy, mañana y siempre. En lo hondo, racional y coherente de esta apuesta, debemos reconocer nuestra equivocación, y también, nuestra alternativa para un mejor futuro lejos de la irracionalidad financiera.
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